Cuando vemos un ave rapaz, máxime si se trara de un águila de grán porte , la mayoría pensamos que todo bicho viviente a su alrededor corre un grave peligro en su integridad física. Si ese bicho viviente se llama perdiz se encienden todas las alarmas, vemos peligros por todas partes y a veces, en un afán de sobreprotección, eliminamos especies que nada tienen que ver con ella, y a veces, diezmamos otras que siendo predadoras también son necesarias para la selección natural de la especie, esto es, para que en los ojeos veamos perdices bravas y díficiles, en vez de «pavas» que se cansen al primer vuelo a las que podemos abatir con facilidad, para que tengamos perdices fuertes y sanas en vez de otras propensas a las enfermedades.
En el caso que nos ocupa, nos encontramos con un águila cuya dieta esta compuesta exclusivamente por reptiles, no se conoce la cita de un ataque a otro animal. Así desde hace varios veranos, y proveniente de África nos visita una pareja de culebreras que se dedican a equilibrar la población de reptiles de nuestros campos. Se trata de un águila de mediano tamaño y que se suele distinguir por tener el pecho y la parte inferior del ala de tonos claros cercanos al blanco.
Águila de cabeza grande, pico pequeño, cara tipo lechuza y tarsos desnudos. Su vuelo es majestuoso y activo, con potentes aleteos,y se cierne con regularidad.
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